Camino con una bonita holandesa por la avenida Caracas, desde la calle 48 hasta la 57. Yo no la conozco, pero es amiga de una buena amiga lo que hace que me sienta responsable por ella. Llegó con una carta y una pequeña maleta; debo darle alojamiento, comida y llevarla de paseo como a una mascota. Quiere caminar, piensa que Bogotá es México y quiere contratar mariachis para que le canten “Cielito Lindo”.
Pasamos por un teatro donde presentan “Guerra de Marsupiales” en el cartel de promoción hay dos mamarrachos parecidos a Koalas, pero con cara de gato. Ella infla sus cachetes y con dos dedos de cada mano hace un gesto imitando las orejas de los Koalas, luego tuerce los ojos y mueve la nariz.
Ella me da mala espina. Se detiene frente a un anuncio donde hay una mujer obesa, triste y pobre y otra flaca sonriente, con billetes en una mano y una botella de champaña en la otra. Me pide que lo lea: “Capacítese en quiromasaje, masaje adelgazante, embalsamiento reconstituyente, terapia con miel de abejas, estreñimiento, levantamiento de copa, baño de luna, faja térmica, faja vibradora, faja de yeso, faja removible de estaño, gel reductor, gel afirmante, aceites exfoliantes, ondulados, tinturas, rayitos, limpieza facial, gimnasia pasiva, trenzas de playa, manicure, pedicure, cosmetología, mascarillas y maquillaje entre otras. Centro Integral, Arte Integrado, triunfe en la vida, siga usted”. Me pregunta qué quiere decir quiromasaje. No sé. ¿Embalsamiento reconstituyente?. No sé. Me mira sospechosa y me pregunta por los mariachis. Seguimos caminando.
Se detiene luego a mirar animales en el “Pet shop” Ciencia Positivista, Astrología y Salud, compraventa de mascotas, especialistas en pollos, gansos y acuarios. Compra un pez y lo lleva en una bolsa de plástico con agua.
No entiendo nada de lo que dice Nicolette, ella se esfuerza en hablar un español retorcido, a veces introduce palabras en italiano o francés y siempre termina sus frases con un “¡Órale mano!” así que decido desconectarme y siguiendo su ejemplo me dedico a ver los letreros de la calle:
Abogado especializado en civil, laboral, familia y penal, 24 horas. Acuario Betta: pece, avícolas y embriones. Cachorros para exposiciones; criadero, peluquería, accesorios, huellas, boutique y restaurante; envíos a todo el país. Distribuidora Corinto: pescados y mariscos. La Isla de los Animalitos: canarios y gaviotas. Tecnologías Acuáticas La Ninfa, especialistas en pájaros rojos. Cachorros El Establo, etc.
El teatro, a pesar de su temática de marsupiales, aparece fuera de lugar en esta selva de bichos enjaulados. Se trata de una zona de la ciudad que concentra el comercio de un grupo de productos, los productos pueden ser universidades, armas o aviones, cuadras enteras dedicadas a La Casa de las Aspiradoras, de las Lámparas, de la Greca, el Palacio del Tornillo etc.
Pasamos por ABC Mascotas, que queda al lado de Universal de Mascotas y nos mira un perro chau chau, dorado, peinado como un león y lamiéndose la nariz con su lengua azul. Veinte gatos están hacinados en una jaula de vidrio, son de diferentes razas y están pegados unos contra otros. La cara o el abdomen aplastado contra el vidrio, patas arriba, con una pata en un ojo. Un angora que tiene una oreja mordida está mirando a un pájaro encerrado en una jaula con el título de “Ave del Paraíso, Animal Mitológico”; se parece a una guacamaya cualquiera con pico de tucán y la cabeza afeitada.
Ocean Gallery vende micos y culebras, El Copetón tiene buenos precios para los hámster y otros roedores. En el Mundo Marino el negocio son las cajas para transportar perros y gatos en avión. El aviso de Mascotilandia Urgencias Caninas tiene como logo un perro azul flaco y enano y otro café gordo y de aspecto fortachón mordiendo el mismo hueso. Cuando pasamos por una tienda que ofrece el servicio de exequias para todo tipo de animales (la imagen corporativa es una familia de caballos vestidos de luto y un ataúd con forma de jumento) ella escucha los mariachis al otro lado de la calle. Ellos, los tríos y los conjuntos de vallenato son los dueños de la otra acera, aunque comparten espacio con casas de compraventa y locales que venden ropa usada.
Antes de cruzar la calle Nicolette entra en Súper Mascotas y compra comida para su pescado. Yo miro la publicidad: un perro guardián con un fusil al hombro, solo tiene una pata, no tiene camisa y usa un pantalón camuflado. Ella me llama para que vea tres osos perezosos dentro del cajón de un escritorio de oficina, se los ofrecen baratísimos y le dicen que son buenas mascotas porque casi no comen, poco ensucian y no hacen ruido. Yo le reclamo al vendedor que es ilegal ofrecer esos animales. Alzo la voz, la gente empieza a mirar, el encargado trae un perro grande que me gruñe y somos invitados gentilmente a abandonar la tienda. Mi perro faldero lanza una grosería en holandés y cuando en la calle le grita en un mexicano casi perfecto: ¡Métase esos osos por el trasero y ojalá que sus garras le rasguñen las tripas, cabrón!
Luego de Petlandia, Tierra de Mascotas (la aclaración es de ellos usando un anuncio de neón) y de Acuatic House, peces exóticos e implementos, pasamos siguiendo la calle 57, que es una hilera de palmas y llegamos hasta los mariachis. Ella escoge una banda de charros con sombrerotes, pistolotas, instrumentotes y charreteras plateadas en los pantalones para que toquen “Cielito lindo” mientras yo como tortas hechas por una viejita en un horno de barro adaptado a una bicicleta de carga. Cantan “Cielito Lindo” siete veces mientras ella toma tequila en la calle. Termina ebria, abrazada del charro más charro y yo la cargo de vuelta al apartamento porque la noche se está poniendo más pintoresca pero también más peligrosa. Llamo a la amiga que me la dejó encargada y me quejo:
- ¡Que gringa tan irritante la van a terminar golpeando, pagó siete veces por la misma canción! Está borracha y mañana quiere madrugar para subir a Monserrate. Kaos tu amiga me va a volver loco.
Hablo rápido para Nicolette no entienda y no note mi xenofobia. Hace un gesto extraño con el hombro y la cara, como un bebé asustado, su pecho se mueve semejando un espasmo de llanto. Miro sus ojos grises y hondos, como huracanes visto desde arriba, inundados de lágrimas, sombras y miedo, que miran sin mirar traspasando la ventana y le digo a Kaos que era una broma, que la estamos pasando ¡De puta madre cuate! y ¡Órale guey, que vivan Jalisco y todas sus amigas holandesas! y cuelgo el teléfono.
Me pregunta si recuerdo un pez anaranjado con aletas plateadas de doce centímetros de largo. ¿Qué habrá sido de él? ¿Fue un sueño debido al tequila? No sé y no sé. Miro sus ojos impresionantes, la abrazo y nos besamos, nos quedamos callados y por la ventana entra el ruido del viento chocando contra las ramas de los árboles y los cables de electricidad.
Máncel Martínez
Para La Bocachica Gozosa
4 comentarios:
Excelente cuento. Me gustó el estilo claro y conciso. Felicitaciones.
Lindo, muy bogotano, como un deyaboo chapinerolandico, insoportable, hay como nos apañamos la vida para hacerla divertida.
Bogotá es tan extraña en la memoria y en la nostalgia. Mujer modernísima, amante inescrupulosa y llena de deseos incestuosos. Y al mismo tiempo ruina. Cadáver de algún día bombardeada por hambrientas rapiñas. Ruina abandonada que tanto nos seduce.
Interesante esta comunicación, nos queda claro el tema.
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