lunes, marzo 14, 2005

BIBLIA COMENTADA POR UN HIJO DE EVA 2da entrega

La creación
(Génesis, Cap. 1, v. 1 – Cap. 2, v. 4)


“En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.”[1]
Supongamos que es cierto: Dios creó el cielo y la tierra, y lo hizo en el principio. ¿En el principio de qué? Podemos pensar que en el principio de La Biblia. Génesis, que es el primer libro de la Biblia significa origen, principio. Génesis es también el nombre de una banda de rock colombiana, después unos ingleses lo copiaron pero para evitar problemas legales le quitaron la tilde y le dijeron a la gente que se pronunciaba “yénesis”, lo cual no resultó muy difícil para sus compatriotas, que tienen la costumbre de pronunciar “ye” cuando ven “ge”, sobre todo si se llaman George. Una pregunta posterior sería ¿Estos músicos se consideraban el principio de qué?
Volviendo a la Biblia, que es lo que nos compete, podemos hacer a un lado el asunto de quién creó qué. No viene al caso, el texto nos dice que Dios creó el cielo y la tierra, si usted no está de acuerdo con esta opinión, cree su propia religión con libro sagrado incluido.
La tierra es una porción diminuta del Universo y el cielo es lo que podemos ver de la atmósfera; mejor dicho, un cúmulo de gases que cubre una diminuta porción de materia que llamamos tierra. Pero, por otra parte, esa creación es un suceso con el que arranca el primer relato de un libro que se llama Génesis. Entonces, si Génesis es principio, podemos leer “En el génesis creó Dios el cielo y la tierra.” Lo que significa que, por lo pronto, eso sólo es verdad dentro de la narración.
Cielo y tierra quedan creados, pero era la primera tierra que creaba Dios, porque cuando estaba lista “era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.”
Si comparamos a Dios con un director de cine, su primera obra fue experimental y abstracta. Lo digo por aquello del caos, confusión y oscuridad. Seguramente se parecería al cortometraje que dirigió Alejandro González Iñárritu para “11/ 09/ 01”. González pudo hacerlo sin problemas porque era un corto confuso que estaba junto a otros 10 que eran más comprensibles. Por cierto, no entendí qué tenía que ver este soldado japonés que se creía serpiente con el 11-s, pero eso es otro asunto.
Dios, como director de cine, contaba con la ventaja de que no había público para aburrir, ni críticos que destrozaran su primera experiencia como autor independiente.
El otro asunto con esta primera obra divina, es que si bien dice el relato que Dios creó el cielo y la tierra, no dice quién creó el agua. El agua ya estaba. ¿Venía incluida con la tierra? ¿Mientras Dios estaba en su hora de almuerzo alguien dejó el agua por ahí? ¿Quién?
Los judíos y cristianos no deberían preguntarse si Dios creó el cielo y la tierra. Eso no tiene importancia. La pregunta es quién creó el agua. En el relato, Dios no asume esa responsabilidad.
Un punto interesante de este primer párrafo es que Dios tiene un viento que aleteaba por encima de las aguas. No sabemos de dónde salió, sólo sabemos que era de Él. Seguramente este viento hacía las veces de un asistente de producción. El viento pudo haber sido muy útil a la hora de mover gases y material sólido que permitieran crear el cielo y tierra.
En cuanto al debate de quién creó el agua, uno de los primeros implicados sería el viento de Dios. Es él quien aparece aleteando sobre las aguas. A esta altura de la narración los únicos personajes presentes son Dios y un viento suyo, que aleteaba. Eso de que aleteaba hace pensar en mariposas y ese viento de Dios queda como una loca emplumada.
Esa no es una buena manera de comenzar. Suponga, estimado lector, que usted es Dios y está en los estudios Universo haciendo para la compañía productora Génesis un film que se llama “El cielo y la tierra”. El equipo de rodaje lo conforman, usted y un personaje amanerado que se la pasa aleteando por encima de un agua que no hace parte de lo que usted creó, y tampoco sabe de dónde salió. En un ambiente así es normal que todo fuera caos, confusión “y oscuridad por encima del abismo”. ¡Ah! Aparte de todo resultó apareciendo un abismo. ¿Entre qué y qué?
Con el filme terminado Dios llama a su viento y lo interroga.
- ¿Qué hacen aquí esta agua y este abismo? Esto no hace parte del presupuesto.
Las divinas palabras no fueron escuchadas ya que el viento se fue a aletear.
- ¿Por qué se me ocurren estas experiencias de autor? –pensó Dios- Corro con todos los gastos y al único que puedo responsabilizar es a un viento maricón.
Desde entonces la mayor parte de religiones judeocristianas condenan a los homosexuales.

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“Dijo Dios: ‘Haya luz’, y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamó Dios a la luz ‘día’, y a la oscuridad la llamó ‘noche’. Y atardeció y amaneció: día primero.”[2]
La primera versión de “la tierra” era tan caótica, confusa y oscura que ni siquiera el mismo Dios la entendía, lo cuál era muy grave, ya que él era el único espectador. Bueno, él y el viento; pero éste último sólo aleteaba. Sí Dios quería ser artista, pero su primera experiencia resultó aburrida.
Dios entonces decidió hacer unas mejoras. La primera fue usar luz. Obviamente la primera tierra era oscura. Cómo se iba a ver si no había luz. No todo podía ser luz porque el concepto de iluminación sería simplón así que había que “banderear”, separar la luz y crear oscuridad. Dios crea así los conceptos de día y noche. Ese día y esa noche hicieron el “día primero”. Por querer Dios mejorar su obra, resultó inventándose ese martirio llamado “cronograma”. Lo peor del asunto es que empezó “colgado” del cronograma porque “atardeció y amaneció” y el primer día se le fue en iluminar. Al parecer estaba rodando sin guión. Por esto, algunos críticos acusan a Godard de creerse Dios.
Lo bueno de todo esto es que ya había dos conceptos claros en el filme: la luz como metáfora del día y la oscuridad como metáfora de la noche. Conceptos bastante simples, pero fue Dios el primero en exponerlos.
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“Dijo Dios: ‘Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.’ E hizo Dios el firmamento de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmamento ‘cielo’. Y atardeció y amaneció: día segundo.”[3]
Al día siguiente Dios regresó a la locación y se dio cuenta de que seguía con el problema del agua. Estaba ahí puesta sin sentido, eso hacía la puesta en escena confusa, así que decidió que se requería un decorado que separase las aguas. Eso generaría otro concepto binario que sería coherente con el que había creado el día anterior.
Buscó a su viento para que hiciera el firmamento, que era como se llamaba el nuevo decorado que soportaría una parte de las aguas. Dios buscó a su viento y lo encontró aleteando por ahí, haciéndose el marica, lo cual le quedaba muy fácil. Dios llegó a pensar que ese carácter afeminado podía ser indicio de un gran talento y sensibilidad. No era cierto. A ese viento sólo le interesaba aletear.
Así las cosas, al propio Dios le tocó construir el firmamento. Le gustó tanto cómo quedó que le puso nombre, cómo si el solo decorado fuera una obra de arte única, lo llamó ‘cielo’. Eso fue una idea bastante loca que ahora critican mucho porque se supone que ya había creado el cielo. En ruedas de prensa y entrevistas posteriores, Dios se ha defendido manifestando que el llamar cielo al firmamento reforzaba el tema central del filme.
Imagínense lo que conlleva construir un firmamento. Pues “atardeció y amaneció”, y se fue el día. Saliendo de la locación Dios cayó en cuenta de que haber puesto un nuevo decorado lo obligaba a mover las luces, después de que ya había gastado un día entero iluminando. Desde entonces, se ilumina cuando los decorados ya están montados.
Esta anécdota resulta tan vergonzosa que el cronista que escribió “Génesis” prefirió omitirla del relato, dicen algunos que fue por orden expresa del mismo Dios, pero esto es sólo un rumor.
Hay muchas historias al respecto de quién escribió “Génesis”. Dicen que fue Moisés Leví, pero esto fue un chisme que alguien inventó, al parecer un profesor de literatura comparada, cuando encontró similitudes sintácticas entre la obra en cuestión y “El decálogo”, un opúsculo cuya primera edición consistió en unas tablas de piedra, tan costosa, que sólo se editó un ejemplar.[4]
Para algunos historiadores “Génesis” fue escrito en tiempos del rey Salomón, por un autor tan exigente con su obra que prefirió mantenerla en el anonimato por considerar que estaba escrita con una prosa simplona. Otros autores agregan a esta teoría que lo escrito en días de Salomón fue alterado por numerosos editores hasta el exilio en Babilonia. Ahí dejaron de hacer esas gracias, al parecer porque los babilonios impusieron un extremo control fiscal a los impresores judíos que estaban jodiendo la industria local. Esto se hizo patente cuando en la lista de “los más vendidos de Babilonia” aparecía en el primer lugar el libro de un comediante llamado Goel Mašal (que algunos genealogistas relacionan con Groucho Marx), mientras que un libro de poemas de Nabucodonosor estaba en el quinto puesto. A la larga fue bueno que dejaran una versión definitiva de este libro ya que hubo un grupo de editores vanguardistas que publicaron un “Génesis” incomprensible. Este grupo editorial terminó en la quiebra al tratar de crear un nuevo lenguaje que combinaba el hebreo y el sánscrito. El método era echar en una bolsa caracteres hebreos y sánscritos, ir sacándolos unos a uno, y así se iba escribiendo la obra. Su argumento era que querían promover la reflexión sobre aquel período de “caos, confusión y oscuridad” que, según ellos era la metáfora perfecta de la naturaleza humana. Muy pocos les prestaron atención.
Volviendo a nuestro relato, esa noche Dios no durmió tranquilo. El firmamento había quedado bien, pero había tres grandes dudas ¿Cómo iba a mostrar que había agua por encima de ese firmamento sin que se viera vulgar? ¿Cuánto tiempo iba a gastar iluminando OTRA VEZ? Y por último ¿Cómo filmaría el firmamento de tal manera que el resultado no fuera una puesta en escena plana?

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Dijo Dios: “Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco”; y así fue. Y llamó Dios a lo seco “tierra”, y al conjunto de aguas lo llamó “mar”; y vio Dios que estaba bien.
Dijo Dios: “Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto según su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.” Y así fue. La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla según su especie, y árboles que dan fruto con la semilla dentro según sus especies; y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y amaneció: día tercero.[5]
Las escrituras no dan cuenta de qué soñó Dios aquella mañana, pero cuando regreso al set se sentía iluminado, sabio y poderoso; sentía sus ideas claras y el poder para hacerlas realidad. Se sentía como… DIOS.
No más llegar al set, le dijo a su viento que se fuera a tomar por culo, que no le pagaba ni sueldo ni indemnización y que si tenía algún problema que se quejara con el sindicato. El viento se fue con rabia de loca alboratada y con intención de armar un escándalo en el sindicato. Claro, quedó más berraco cuando se dio cuenta de que no existían sindicatos.
Mientras, Dios, en el set de “el cielo y la tierra”, se irguió frente a las luces y los decorados, se arremangó y sólo fue decir: “Acumúlense las aguas…” y, de pronto, sin necesidad de técnicos aburridos por el refrigerio interrumpido, grandes masas de esa agua misteriosa empezaron a moverse. Gordas, gigantes, iban de un lado a otro moviéndose con toda su fuerza, pero armoniosamente. Como si fuera el gran final de una sinfonía. Pedazos de tierra empezaron a descubrirse, Dios encontró algunos objetos personales que daba por perdidos. De pronto, la calma.
Dios siguió con su cuento binario y creó los conceptos de tierra y mar, que servían para connotar “mucha agua” y “sin agua”. El concepto, otra vez, tonto. Pero la escenografía le quedó magnífica.
Este Señor estaba pletórico de energía, no iba a dejar que otra vez se perdiera el día. El decorado estaba bien, pero faltaba ambientación.
No había necesidad de técnicos ni asistentes, cada uno de los elementos del decorado le obedecía. Así que le ordeno a la tierra que produjera hierbas que dieran semilla y árboles frutales. Fue en ese instante que surgió la marihuana, una hierba que da semilla. Por si fuera poco, había frutas para el munchies[6]. La tierra vibraba llena de vida dejando brotar toda clase vegetación mientras el mar la refrescaba. Dios aprovechó para coger algunos moños y fumarse un joint ¿qué cueros usó? Estamos hablando de Dios, que tiene el poder de armar un vareto sin necesidad de cueros.
La tierra estaba en plena producción, pero Dios ese día estaba de un ánimo tan agradable (mejorado por María Juana), que a ella ni se le pasó por la cabeza el cuento de la plusvalía y la explotación. La tierra, producía el árbol y la hierba que se le antojaba, a Dios le parecía sorprendente todo lo que hacía la tierra y decía: “Está bien, Pacha Mama”.
Dios veía la hierba crecer y eso le inspiraba unas ideas que a Él le parecían geniales y reía. Oía el sonido de la hierba brotando de la tierra y le parecía que esa era la música perfecta para el filme si iba acompañado por el crepitar de las semillas de marihuana. Cuentan que se le dio por poner muchas semillas de cannabis juntas y prenderles fuego. Las semillas estallaban y saltaban por todos lados, Dios las miraba en medio de una risa extática. Estaba tan “loco” que varias semillas ardientes le saltó en la cara dejándole una cicatriz bastante fea; por esto, sólo unos pocos privilegiados pueden ver el rostro de Dios.
La analgesia producida por la marihuana evitó que Dios sintiera dolor alguno. Lo que sí experimentó fue el muchies y se le dio por probar todas las frutas que había creado. Claro, después de devorar ingentes cantidades de fresas, bananos, mangos y un largo etcétera, empezó a sentir esa modorra que en el argot de los consumidores de marihuana de Colombia se conoce como enchonche. Dios se quedó dormido en el set.

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Dijo Dios: “Hayan luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y sirvan de señales para solemnidades, días y años; y sirvan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.” Y así fue. Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para regir la noche, y las estrellas; y los puso Dios en el firmamento celeste para alumbrar la tierra, y para regir el día y la noche, para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y amaneció: día cuarto.[7]
Dios se despertó un poco confundido y con dolor de espalda. Había pasado la noche en un platanal y se sentía como tamal tolimense, así no existieran los tamales ni Tolima.
Él no recordaba muy bien qué había pasado, todo lo veía diferente. Mientras se preparaba una ensalada de frutas para desayunar, cayó en cuenta de que no estaba tan animado, pero tampoco al borde de la desesperación como en los dos primeros días. Se sentía bien, fresco, lúcido y, mejor que eso, se seguía sintiendo Dios.
Se tomó su tiempo, estiró los músculos, se bañó un rato en el mar y poco a poco empezó a recordar aquellas ideas “geniales” del día anterior. La mayoría le parecieron basura, pero una le llamó la atención: La luz. Había que replantear el concepto de iluminación ¿Otra vez? Qué importaba, era Dios.
Había estado atardeciendo y amaneciendo pero se veía muy tonto. Él quería filmar estas etapas del día para hacer transiciones, pero no funcionaba. Cuando amanecía había luz y cuando atardecía no había; era como prender y apagar un bombillo, pero sin bombillo, no quedaba claro si esa luz era incidente o reflejada ni de dónde venía. Era una luz de Dios.
Por otro lado, eso de luz y oscuridad estaba muy simple ¿Por qué no un poquito de claroscuro? Aprovechar el decorado, jugar con sombras: eso era lo que quería la Divina Voluntad.
En la misma actitud del día anterior dijo: “Haya luceros.” En ese instante apareció una gran corte de luminotécnicos mexicanos, entre ellos una joven de luengos cabellos que quería ser cantante.
Dios se dio cuenta que debía ser más consciente de lo que creaba y ordenaba, o sino iba a tener problemas en el futuro. Replanteó las indicaciones y todo mejoró.
Tenía una luz principal para iluminar las escenas diurnas. Era una luz dura que, además iba a estar moviéndose por el set a medida que fuera pasando el tiempo. Para las escenas de noche la luz principal era más suave y difuminada. Además, contaría con unas luces de menor potencia que no aportaban mucha luz, pero si enriquecían el “firmamento”.
Con el sol en movimiento, Dios empezó a concebir eso que llamamos tiempo y que es fundamental en el cine. Decidió entonces que la ubicación de los luceros en el firmamento iba servir para establecer momentos específicos de la historia, ¿o de la Historia? Las secuencias estarían definidas por solemnidades, días y años. Además, el concepto de “solemnidad” le daría un carácter épico al filme. Igual que gente como Kubrick, Welles o Eisenstein, Dios no pensaba en hacer un filme sino una obra maestra ¿Le funcionó? Ya los críticos tendrían oportunidad de pronunciarse.

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Dijo Dios: “Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra frente al firmamento celeste.” Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente que repta y que hacen bullir las aguas según sus especies; y vio Dios que estaba bien: y los bendijo Dios diciendo: “sed fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas de los mares, y las aves crezcan en la tierra.” Y atardeció y amaneció: día quinto.[8]
Había llegado el momento de la acción. Dios ya tenía suficiente material de atardeceres, amaneceres y paisajes. Ahora se necesitaban actores.
El día anterior, la misteriosa agua no había hecho otra cosa que refrescar a la tierra. La primera se convirtió en la generadora de los primeros personajes. La tierra, mientras se dedicó a producir aves. A ella sí le tocó trabajar doble, y para desquitarse, mucho tiempo después, organizó con una compañía llamada “Ciencia” una producción titulada “Teoría evolucionista”, dirigida por Ch. Darwin, en la que los seres vivientes provenían del agua.
Dios tuvo problemas con uno de sus actores. Era un pez hembra muy sexy que le hacía bromas a los monstruos marinos. Se llamaba Bocachica Gozoza. A pesar de que registraba muy bien y tenía talento, tenía una actitud irreverente, era supremamente creativa y a Dios no le gustaba eso en un actor, menos en ella, que era una figurante. Dios la sacó del reparto y, para que no peleara, le ofreció un retiro subsidiado en un río que atravesaba el territorio que hoy conocemos como Colombia.
Dios por otra parte, estaba empezando a creerse genio. Veía todo lo que hacía y de una vez iba diciendo que estaba bien. Aparte de eso, no le hablaba a los actores, los bendecía. Su manera de expresarse no era normal (Igual, todavía no había normas). En vez de decir “que la tierra produzca”, decía “produzca la tierra”, para que cada dirección que hiciera sonara importante.
A Dios se le ocurrió que sería bueno tener muchos extras, pero le parecía dispendioso hacer peces y pájaros cada vez que necesitara. Les dio entonces la orden de que ellos por su cuenta se reprodujeran. No tendría personajes únicos, pero nunca le faltarían extras.
Ese día Dios logró unas escenas sorprendentes con los monstruos marinos, armó unas coreografías espectaculares con las aves y filmó unas escenas submarinas bastante poéticas, pero faltaba algo.

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Y Dijo Dios: “Produzca la tierra animales vivientes según su especie: bestias, reptiles y alimañas terrestres según su especie.” Y así fue. Hizo Dios las alimañas terrestres según especie, y las bestias según especie, y los reptiles del suelo según su especie: y vio Dios que estaba bien.
Y dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó.[9]
Ese día Dios amaneció con ganas de trabajar. No más llegar al set armó un joint y dijo: “Produzca la tierra…”, pues claro, la tierra ya se estaba emputando porque no había parado de trabajar, y se puso en actitud de “este marihuanero como que me la esta montado, pero a mi no me va a joder hijueputa.” Y, sí, ella si produjo todo lo que Dios le dijo, pero los animales vivientes no quedaron al gusto del director, eran dinosaurios, no me refiero a Darkness o a Kraken, no; hablo de esos reptiles enormes que años después harían a Spielberg más rico. Dios temió que la historia que quería contar tomará un rumbo inmanejable y le dijo a la tierra:
- Pacha Mama, ¿qué pasó, calidad? Usted se estaba portando legal conmigo y ahora sale con esta vaina tan boleta ¿Qué me cree? ¿Ed Wood?[10]
- Vea, si no le gusta, usted verá que hace, –dijo la tierra- porque yo estaba fresca debajo del agua y usted me dejó ahí a la intemperie y de una vez que a camellar. A mí no me pareció grave porque usted me cayó bien, y el trabajo era chimba, pero es que ahora usted llega todos los días que produzca la tierra esto, que aquello, yo ya estoy mamada, loco.
- ¿Sabe qué? Fresca, –dijo Dios, disimulando el empute- fresca Pacha Mama. Asoléese un ratico, relájese y yo término con esto.
La tierra se lo tomó en serio. Dios quedó aburrido porque no entendían que Él era un genio.
Dios hizo toda clase de animales, y como los había hecho él dijo que estaba bien. A la tierra no le pareció gran cosa. Dios rodó algunas escenas y para relajar un poco la situación tan tensionante, ordenó un corte para almuerzo. Así podía aprovechar para fumarse otro cachito y comerse uno duraznos que se veían apetitosos.
De regreso al trabajo, Dios cambió un poco el estilo, en vez de dar órdenes prefirió crear un ambiente más participativo e incluyente, quería que el equipo se sintiera parte del proyecto, así que dijo: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra.”
Después del almuerzo todos estaban un poco amodorrados y muchos no le prestaron atención. Hay quien dice que eso de “Hagamos” incluía a Jesús y al Espíritu Santo, otros opinan que había ángeles también, se habla de un Dios hermafrodita, pero ninguno de estos personajes aparecen en el diario de rodaje ni en las hojas de llamado. Tampoco parece posible que Dios fuera esquizoide porque si lo sabe todo se hubiera practicado el más efectivo tratamiento.
A pesar de su interés, al resto le importó un culo lo que Dios fuera a hacer. Los únicos que le siguieron la cuerda con lo de hacer al ser humano fueron los changos. Eso fue problemático para Él, porque su intención de “hagamos” era parecer menos prepotente, pero en realidad, su idea era demostrar que como no tenía semejanzas con el resto, el ser humano debía ser genial, bello, poderoso y talentoso; como Dios. Con lo que no contaba era que los changos le mamarían gallo a sus teorías haciéndole bromas pesadas, y era que los changos también se sentían geniales y bellos.
Dios ya estaba aburrido con las solfas, los carteles en la espalda y que le hicieran doble sentido a todo lo que decía; así que le dijo a los changos que él hacía al ser humano, pero que iba a tener en cuenta sus ideas. Los changos, de todas formas, dejaron a alguien para fiscalizar que Dios no les fuera a “meter mono”.
El ser humano quedó listo. Era talentoso como Dios, parecía un chango sin pelo, pero era casi tan atractivo como Dios. De todas maneras, el Señor no iba a dejar las cosas con los changos así no más. Decidió entonces que el ser humano mandaría “en los peces del mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en TODAS las alimañas terrestres.”
Los changos quedaron aburridos, armaron alboroto, pero la orden ya estaba dada. Dios, por si acaso, organizó un grupo de rompe huelgas con otras bestias[11]. Así fue como los changos perdieron protagonismo en el proyecto y pasaron a representar algunos números cómicos.
Se acordó con el cronista que en “Génesis” no se le daría crédito a los changos. La tierra, después, se desquitaría con la producción antes mencionada.

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Y los bendijo Dios con estas palabras: “Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra.”[12]
Hacer seres humanos no era fácil. Así que Dios dio la misma orden que a peces y aves. Por alguna razón los animales terrestres no recibieron la orden, pero como Dios no era muy claro en sus instrucciones desde que fumaba marihuana, asumieron que el mandato iba para ellos también, lo cual fue bueno, porque todos se sabían fecundos pero, en la práctica, no sabían el procedimiento exacto para lograr lo de multiplicarse y henchir la tierra. Cada uno desarrollo su técnica.
Los peces diseñaron un ritual de cortejo muy erótico pero no se tocaban sino que botaban huevos que sí se tocaban. A los pájaros les gustaron los cortejos pero lo concluían con coito, mejor dicho, “enterraban la mondá” o “se echaban un polvo”. Estos coitos eran de afán, sobre todo cuando eran aves que no volaban, y el huevo venía después de un tiempo.
Los animales terrestres sí se inventaron un coito muy interesante, pero sólo algunos lograron implementar lo del huevo. Cada especie le puso su toque particular al coito. El cerdo, por ejemplo, terminaba con un orgasmo de media hora, a los gatos les gustaba ser crueles con la nena después de que la hacían gozar, los perros se quedaban pegados un rato; nunca se supo para qué ¿El ser humano? Bueno, en esa discusión de Dios y los changos el ser humano resultó con algo llamado “emociones”, que enriquecería el coito llevándolo más allá de la simple reproducción, pero también sería para problemas[13]. Empero, esto sirvió para que Dios lograra buenas escenas de sexo con el ser humano.
Otro joint y…
Dijo Dios: “Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; os servirá de alimento.”
“Y a todo animal terrestre, y a toda ave del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser animado de vida, les doy la hierba verde como alimento.” Y así fue. Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto.[14]
Nótese el ambiente tan hippy-rastafari que se veía en ese rodaje. Dios y los hombres fumaban marihuana, eso les permitía comunicarse más fácil y, además, eran vegetarianos. Los animales también consumían marihuana, pero por vía digestiva, lo cual les daba unas trabas muy extrañas en las que resultaban hablando como Dios y los hombres; ellos, al ver este fenómeno les daba una “risueña” de horas. Imagínense cómo quedaron esas escenas.
Ese día fue tan productivo que Dios no dijo “Está bien”, sino “Está muy bien”. El filme estaba listo y el cronista consignó los hechos con estas palabras:
Concluyéronse, pues, el cielo y la tierra y todo su aparato, y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera. Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.
Ésos fueron los orígenes del cielo y la tierra, cuando fueron creados.[15]
¿Qué más se puede decir? Dios se sentía realizado, más Dios que nunca. Ese séptimo día significó mucho para él. El rodaje concluyó con una fiesta monumental y ese día fue de desenguayabe. Pero para el ego de Dios eso significaba que el día era santo y bendito. El resultado fue tan bueno que “El cielo y la tierra”, se convirtió en “El cielo” y “La tierra” (Él seguía con sus conceptos binarios). El filme fue proyectado una sola vez para hacerlo más valioso. Dios decidió, además, que el set no se desmontaría sino que perduraría por mucho tiempo. En él vivirían todos sus personajes y esa sería la manera de prolongar e inmortalizar su obra. De todas formas, pensaba aprovechar una parte de aquellos decorados para crear su siguiente producción, sería una obra intimista y con elementos autobiográficos, no tan pretenciosa como el anterior proyecto. Dios había notado que el ser humano era bastante interesante y que podría resultar el protagonista de su siguiente producción. Era, obviamente, una cuestión de ego, ya que lo había creado a su imagen y semejanza. Hablar del ser humano era hablara de sí mismo. Pensó entonces en ubicarlo en un sitio privilegiado del mundo que había creado. Fue así como empezó “El Paraíso”, una obra que daría mucho de qué hablar en el futuro y que, por lo pronto, será el tema de nuestra próxima entrega. Mientras, Dios se fumaba otro joint.

Paperback Writer


[1] Gen., Cap. 1, vv. 1-2. Biblia de Jerusalén, Bilbao: Ed. Desclée de Brouwer, 1998. P. 13.
[2] Gen., Cap. 1, vv. 3-5. Ibid.
[3] Gen., Cap. 1, vv. 6-8. Ibid.
[4] En realidad se editaron dos. Pero Moisés rompió el primero de la rabia que le dio darse cuenta de que su hermano había armado una gran fiesta en su casa mientras él había salido a trabajar. Desde entonces, cuando alguien tiene rabia, se dice que “se le saltó la piedra”.
[5] Gen., Cap. 1, vv. 8-13. Pp. 13-14, Ibid.
[6] Así se llama la incontrolable sensación de hambre que se experimenta cuando se fuma marihuana. El muchies ha llevado a algunos a hacer mezclas extrañas como cereal con leche, brownie en trocitos y arequipe.
[7] Gen., Cap. 1, vv. 14-20. P. 14, Ibid.
[8] Gen., Cap. 1, vv. 20-23. P. 14, Ibid.
[9] Gen., Cap. 1, vv. 24-27. P. 14, Ibid.
[10] Obviamente no había nacido el que después catalogaría como “el peor director de cine”. Pero se supone que Dios es omnisciente; mejor dicho, lo sabe todo.
[11] Estas bestias evolucionaron después en una especie similar en aspecto al ser humano que se llama político de ultraderecha.
[12] Gen., Cap. 1, v. 28. P. 14, Ibid.
[13] Ya tendremos mucho tiempo para hablar de la sexualidad humana, ya que este resulta ser un tema recurrente en la Biblia, sobre todo en el Antiguo Testamento y en las cartas de Saulo.
[14] Gen., Cap. 1, vv. 29-30. pp. 14-15, Ibid.
[15] Gen., Cap. 2, vv. 1-4. P. 15, Ibid.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola soy eva, el segundo comentario es berracamente largo pero muy bueno, reí a carcajadas. definitivamente, esta página es para recomendar.