martes, octubre 11, 2005

De babas dulces y cosas así

Y sin embrago, tenemos derecho a seguir vivas... y a sonreír cuando hace sol o cuando llueve, depende de los gustos...
Aunque a muchos les moleste a veces se nos hace leve vivir y podemos mamarle gallo al trabajo y echarnos polvos liberadores... aunque a muchos les moleste, porque es claro que a muchos les molesta. Pero no importa.
También nosotros podemos levantar la mano y hacer pistola y luego mandarles besos con flores o flores que parezcan mariposas y que con sus lenguas los acaricien toditicos... Y no matar a nadie y por eso sonreír como en las épocas en las que no matábamos a nadie ni nos les comíamos las extremidades, sonreíamos así. Mira, así, con el diente pelado y la lengua fuera y un leve ahogo, como si fuera una carcajada gozoZa, pero no, es una sonrisita apenas. ¡Sucia o limpia, a quién le importa cómo esté la boca cuando se trata de sonreír!
También podemos no perdonarlos y seguir sonriendo. Porque a veces el perdón es una manera de seguir dando permiso... O podemos perdonarlos, claro, si el dolor cesó por fuera y por dentro.

Pero en fin.

Que el mundo no tiene salvación y es un pobre enfermo crónico, sí, ya lo sabemos... Que a algunos les toca la peor parte y a otros contemplarla y a otros ignorarla... por supuesto. Que otros decidimos verla, contarla, intentar transformarla o al menos ayudar a soportarla... bueno, eso nos concierne exclusivamente a los que decidimos que el mundo podía ser ligeramente distinto... a los que decidimos que la vida está llena de opciones bonitas a las que todos, todos todas, debemos poder acceder... Cosa que, por supuesto, no hace que el mundo deje de estar taaan podrido como está. Cosa que, en vista de la imposibilidad, no puede llevarnos a la tumba ni a la cama de un hospital psiquiátrico... Recuerda “que no somos nosotros los que nos tenemos que morir.” Que no porque el suicidio no sea una opción, sino porque acá mantenerse vivos, sonrientes y desobedientes es una manera, ya, de girar el mundo pa'l otro lado.

Así pues, esta noche sonrío en mi ciénaga calmadita, bajo el cielo despejado de esta sabana de tantas cosas... Cuento cuentos de insectos y bebo un poco de cerveza. Extraño a los manatíes, nutrias y caimanes, tan buenos conversadores que eran... Pero no me despellejo en su nombre, lucho para que vuelvan, para que tengan una casita dónde vivir y un catre sencillo para amarse en noches como esta en la que del fondo de la ciénaga brillan montones de puntos blancos que los visitantes insisten en nombrar señalando el cielo mientras comentan lo bonito que sería ver nutrias y manatíes. No olvido el manifiestito ni la rabia, por supuesto, pero tampoco la dulzura de las babas dulces.


Desde acá les dejo flotando un beso gigante, húmedo de río y de amor, para que lo vengan a recoger la noche que más les plazca, mientras se duermen, por encima de toda restricción y miseria.

La Bocachica Gozoza

1 comentario:

Anónimo dijo...

Suena extraño, pero llevar nuestra realidad a una analogia, puede para algunos resultar una manera mas facil de entender las circunstancias por las que atravezamos, entre ellos, aquellos que no han comprendido el significante de los resultados de nuestro comportamiento, y viven solo en la ultima parte de la historia que ustedes escriben.......