jueves, noviembre 23, 2006

Llamado General 1: para ir encontrando el sentimiento.

Me has dado un beso que no recuerdo, pero que cada mañana llega a mí como una bocanada de esperanza y oxígeno.


Me diste íntegro el sabor amargo de tus entrañas, el sudor, la sangre menstrual y tus orines tibios, y yo no puedo recordar cosa más dulce y tierna en estas horas de enfermiza soledad y compañías enfermas.


Han pasado varios años desde las tiernas correrías por los parques y el sol. Ya he conocido mis lados más oscuros que no lo son menos que los del mundo. También me vi asesinado en una calle polvorienta y muchos muertos me pesan sobre la espalda. He fracasado, he roto, he traicionado y puesto en riesgo los amaneceres venideros. Míos, ajenos y amados.


No soy el mismo de antes, lo sé. Ni tengo ya la energía desbordante que penetró la lluvia de plomo y tristeza. Envejecí demasiado pronto, porque demasiado pronto me decepcioné del mundo y de mí. Y es en este cuerpo, en el sueño y en mi silencio profundo en donde todas las aguas putrefactas terminan.


Sin embargo, y sin que yo pueda entender muy bien por qué, a veces sale el sol. Y el cielo sigue azul y se ve aún tan lejano y limpio que me dan ganas de sonreír y soñar. A veces, en esas veces, apareces tú aferrada a mis párpados que por fin se abren. O aparezco yo, sumergido entre tus piernas firmes que aún no sabes si darán a luz un hijo, pero que muchas veces me bien-parieron a mí.


Muerto el asombro ingenuo, cosa que en verdad lamento, sólo me quedó la incansable fuerza de pintar cada hora con un color nuevo. Y así lo he hecho, también. Fuerza curtida y tranquila, al final materialicé la esperanza séptica que un día sospeché. Crear cansa, mas crear salva. Morir cansa… y no salva.


Me has dado un beso que aún no termina. Porque también para ti esa baba mezclada es elixir de vida. Un beso que nos llena e impulsa, que nos lleva lejos y nos cubre de mieles cuando queremos llorar. Un beso que, una vez más, es flor de la lucha y la fuerza, porque también para ti han pasado los años y las tristezas.

José Miguel... (para Carol, en susurro)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tomate tu tiempo para envejecer, brother, que como decía mi viejo, si la vida no se acorta, el tiempo es largo. O date una vuelta en bicicleta despues de medianoche, en medio del fragor de los truenos y el latigazo del relampago, para que se te corra la costra, la que hace las arrugas.

Anónimo dijo...

José Miguel, cómo anda bocachico?
desde Bogotá se le extraña y se comparte la tristeza y la fuerza.

Máncel.

Anónimo dijo...

Uno, no puede haber OLVIDADO y ENVEJECIDO cuando aun se sienten y viven los momentos pasados, uno, no ha MUERTO, cuando todavia se palpan con los sentidos, los placeres del principio, con los cuales, nos distanciamos mas del final.

Suerte.