lunes, abril 12, 2010

Amar, amar… sí, pero ¿cómo? Por Istar Gómez para La Bocachica Gozoza

A mi edad, muero por una canción de Sabina, un buen vino tinto a la luz de velas o chimenea, buen sexo, y sobre todo, anhelo encuentros con hombres tranquilos o, al menos, que asuman su intranquilidad. Soy síntesis, conflicto y transformación de mujeres: abuelas, tatarabuelas, tías, madre, hermanas, amigas, feministas, no feministas, militantes políticas, no políticas. Sobre todo, síntesis y transformación de sus historias, logros, frustraciones y miedos. Y hoy, dependiendo del público, puedo moverme entre una precandidata a solterona, una mujer independiente y gocetas, o incluso una promiscua indecisa.
Te imaginarás que crecí en medio de canciones -algunas entonadas casi a gritos por hombres en extremo machos con libido posesiva-, visitas en casa con chocolates y flores, serenatas de pretendientes, impulsadas por el alcohol, y bueno, otras cosas que no vienen al caso mencionar. Si me preguntas, las Flans[1], inspiraron más que mi look y mi vestuario, “No controles mi forma de vestir porque es total y a todo el mundo gusto. No controles mi forma de pensar porque es total y a todos les encanta.  No controles mis vestidos, no controles mis sentidos. NOOOO!!!!”. Más que una canción de moda fue un himno a la libertad de mi pubertad. Claro, siempre que las venas no se desangraran y los ojos no se secaran con la tragedia del amor cuando cantábamos “Desde la Trinchera”. Era muy fácil pasar de la idea de libertad a la dependencia trágica del amor.
Recuerdo cuando, años adelante, me cantaron “La Reina”, de Diomedes Díaz: “Pueden haber más bellas que tú, habrá otra con más poder que tú, pueden existir en este mundo, pero tú eres la reina (…). Una reina sin tesoros ni tierra que me enseñó la manera de vivir nada más.”
Quién no se sentía la más linda e importante, la ELEGIDA, y además, entre mujeres más hermosas que una!!!, Un placer en mil! Claro, en aquel mi mundo del momento, los hombres nos elegían y nosotras nos dejábamos elegir. Con “La reina”, y con el Rey que la dedicaba, una se sentía “hasta” complacida por esa forma de amor. Hoy me pregunto: ¿Qué amor estábamos construyendo? Quizás un amor desequilibrado. Algunos expertos en la materia podrían arriesgarse a señalarlo como patológico: ¿Cómo puedes amar a alguien y cómo puedes ser amada, siendo una reina despojada de tesoros y tierra? Y bueno, has de suponer, que no me refiero a tesoros y tierras materiales únicamente, sino al despojo de recursos afectivos, emocionales, psicológicos, elementos que alimentan la dependencia de las mujeres afectiva y psicológicamente en las relaciones. Desde ese lugar desposeído he visto querer  a muchas mujeres. ¿Cómo puedes amar esperando a ser elegida?
Ya no adolescente y con más años, a partir de narraciones de mujeres conocidas, construí, cual colcha de retazos, un pensamiento: “Las mujeres parecemos coleccionistas de penas de amor”. Elegí una misión: no ser una coleccionista, al menos no de penas. Me hice experta identificando las penas que coleccionan otras mujeres, y opté por controlarlas.
Con la colcha como hipótesis, hasta me atreví a imaginar que así como los hombres exhiben sus aventuras amorosas, las mujeres podemos sacar provecho emocional al socializar nuestras desventuras. He aquí otro elemento genéricamente (no genéticamente) hereditario y, espero, no contagioso: algunas mujeres olvidamos y posponemos nuestro poder interno para agenciar nuestros afectos, cediendo espacio al miedo, a la victimización o incluso a la indiferencia.
Retomando la colcha de retazos.... Una tarde, de un fin de semana, llamó una amiga al teléfono, su voz quebrada, tristeza profunda. Palabras más, palabras menos, dijo algo así como: “otra vez, pasó lo mismo, no vuelvo a creer en el amor, y eso que esta vez intenté ser diferente”. La escuché al menos casi dos horas, de las cuales, realmente, me conecté con 30 minutos, me solidaricé con los primeros 15, y me aburrió la monotonía de la siguiente hora y media.
La narración de mi amiga iba cobrando la forma de una canción al mejor estilo de Paquita la del Barrio[2]. Sólo mi amiga y Paquita podrían hablarle tan bien al desamor, al dolor y la miseria femenina producto del engaño, el maltrato y la crueldad de los hombres. Definitivamente tuve que preguntarme por qué su dolor, que movilizaba en mí una molestia solidariamente femenina, no tomaba una forma claramente nombrable o identificable. Confieso que aunque hubiese sido interesante el ejercicio de invocar un par de insultos o agresiones contra el género masculino, era otra la emoción que primaba. Entonces, procuré transformar su discurso de Paquita, en una melodía empoderada al estilo “Ella” de Bebe[3].
Puedo decir que este mano a mano, que empezó a alternar entre mi amiga fundida en Paquita diciendo: “Maldita sabandija, cuánto daño me has hecho (…)” y yo, confundida en Bebe, afirmando “Hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti que nadie puede hacerte daño, (…)  hoy vas a comprender que el miedo se puede romper con un solo portazo”, finalizó rápidamente. Cuando me imaginé que el dolor que mi amiga atribuía al macho egoísta de su ex pareja, sólo sumaría a su cuidada, con tanto esfuerzo, colección de penas de amor. Y digo rápidamente porque bastaron, como canta el vallenatero Jorge Celedón, “Cuatro rosas: una por cada tristeza que te he causado”, y una serenata, para que de la tristeza y de la fractura emocional, se pasara a la reconciliación.
Y es que para ser sincera, también durante ese mano a mano, recordé una frase que leí de Shinoda, “Toda mujer tiene un papel fundamental en el desarrollo de la historia de su propia vida”.
En fin, dado que esto del amor se nos presentará por un largo rato como irresoluto y lleno de aprendizajes compartidos, y en aras de transformar el riesgo al miedo, al maltrato o al dolor al que culturalmente asociamos al amor, prefiero mezclarlo con una buena dosis de autonomía, claridad, límites bien puestos y, por supuesto, mejores elecciones de pareja. Entonces prefiero regalarle cuatro claveles al estilo de Calamaro y no cuatro rosas como Celedón:
Yo tengo cuatro claveles uno por cada motivo
El encuentro, tu mirada, mi secreto, nuestro olvido
Estoy jugando con fuego y en la yema de los dedos,
Tengo el tacto de los días, tengo el tacto de las noches, tengo el tacto de los dos.
Es inmoral sentirse mal por haber querido tanto,
Debería estar prohibido haber vivido  y no haber amado.” Jugar con fuego Andrés Calamaro. 


[1] Grupo pop mexicano, famoso a partir de la segunda mitad de los años 80 por canciones como: “Bazar”, “No controles”, “Tímido”,  “Ay Amor, “Detrás de tu silencio”, “A cada paso”, “No me quiero casar”, etc. Marcaron un estilo musical tanto por las letras y música de de sus canciones, como por sus bailes originales, su vestuario y peinados.
[2] Famosa cantante mexicana del género ranchero. Sus canciones están dedicadas al desamor y el dolor de las mujeres causado por los hombres. Algunas se titulan: “Rata de dos patas”, “Hombres malvados”  ”Que te lleve el diablo”,  “Si yo fuera varón”, “Las mujeres mandan”, entre otras.
[3] Cantante española. Sus discos Pa fuera Telarañas y “Y”, se han convertido en una ruta musical que inspira a mujeres para que en nuestro proceso de reconocimiento continuemos con las reivindicaciones femeninas pendientes. 

9 comentarios:

LuisGa dijo...

... y desde la otra orilla, algunos nos preguntamos ¿cómo ser la nueva y verdadera pareja (énfasis en la palabra pareja, que implica paridad e igualdad)? No es una pregunta fácil, porque implica que amb@s rompan los estereotipos de rol dentro de la relación. Y créeme, la mayoría de las mujeres no están dispuestas a ceder un milímetro de sus sueños infantojuveniles de princesas opulentas, cortejadas por su príncipe azul. Parecen olvidar que ni ellas son princesas, ni nosotros príncipes de ningún color. Parecemos no entender que las expectativas de amor romántico que nos han vendido desde la literatura, el cine y la tv están en contraposición a la realidad.
Todo termina en que cualquier desviación del estereotipo hace del altiguo príncipe un sucio villano libidinoso o de la antigua princesa una cortesana inmoral.
Para evitar ese drama, algunos terminamos en proyectos de solterones, independientes, gocetas y decididamente promiscuos... al no encontrar una respuesta adecuada huímos a la salida más fácil: no construir y dejar que la vida pase.

Jonathan Fortich dijo...

Durante 16 años de mi vida me tocó oír vallenatos porque no había de otra. Era lo que había para oír y era horrible. Había una canción espantoza llamada "cenizas frías" en el que un hombre se lamentaba porque su novia había perdido la virginidad con otro antes que él. Ese de "la reina" siempre me pareció una excusa barata para justificar las propias infidelidades mientras con palabras melifluas se invitaba a la mujer a que permaneciera atada al trono de la virtud... Ni hablemos de Las Diosas del Vallenato obsesionadas con conseguir marido... ¿Pa' que tanta obsesión con la virtud y las instituciones cuando la historia enseña que el amor es subversivo por naturaleza?s

Anghelus dijo...

Hola amiguita querida, yo encuentro que:
‘amar… si “y” ¿Cómo?’
Palabras profundas, sentidas que me exigen, me movilizan a compartir este deseo de amar, no desde mi comodidad, sino con mi emotividad, mi creatividad!

En los dolores del alma, con los gemidos del corazón hombres y mujeres hablamos del amor, de mi experiencia personal:

Mientras deja de llover (Angel Carreño)
El Viernes, 25 de septiembre de 2009 a las 0:47

Mientras la lluvia cae en mi cabeza,
se han desteñido en mi mente
las palabras que quería decir.

Me hice también una fisura en el corazón,
para dejar paso a un pequeño rayo de luz...

Tus palabras en la distancia aún como un susurro,
y yo un ser que trata de cubrirse de la lluvia
bajo la intemperie de tu ausencia...
A.C.

PD. ES MEJOR ASI... Tu ya no me quieres, para que seguir
no hay peor camino que complicar el fin...
http://www.youtube.com/watch?v=fBjiQe5MKTc
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Ante nuestra necesidad –me atrevo a decir que innata- de idealizar a alguien, a esta persona soñada, mi ‘soñada’ en particular, experiencias de mi vida me han llevado hacia mi propio corazón, a buscar tener consciencia que mis pies están bien asentados sobre la tierra y aceptar la imperfección que nos es inherente a TODOS los seres humanos, y también a ‘darme cuenta’, a ver la facilidad y rapidez con que creo figuras "míticas" y que difícil es después aceptar la humanidad del mitificado, cuando se manifiesta y viene el conflicto para bajarlo del pedestal y verlo frente a frente, no donde yo lo ubiqué, sino en su dimensión real… y viene el pero… eso no fue lo que vi en ti… Y la pregunta que me surge es: ¿Realmente viste? O ¿Viste lo que ‘sueñas’ en que crees que encajo?

Al saberme a mí mismo, al saber estar conmigo creo que es un buen punto de partida para saberme, desearme y quererme aún estando con otro ser, que se sabe a sí mismo, se desea y aún se quiere estando conmigo… Donde no negociamos nuestra integridad personal, nuestra autoestima, nuestra esencia, sino que las fusionamos en una hermosa integralidad mutua. Donde no me dejo de ser por ‘ser el ideal que el otro tiene’ y donde el otro no se deja de ser para ‘acomodarse a mí ideal’.

Porque, que fácil nos es buscar ‘relaciones’ dizque para ‘estar con alguien’ o ‘para no estar sol@’ –lo que para cada quien estas palabras representan y significan, ya sea inmanencia o profundidad, no es bien ni mal, solo lo que para cada quien sea…-; y qué difícil es estar consigo mismo. Hablamos y expresamos que: ‘estoy o me siento sol@’ y no alcanzamos a dimensionar la diferencia en cómo es ‘estoy conmigo y estoy bien conmigo’; luego, si ‘estando conmigo estoy bien’, puedo aspirar a que otr@ estando consigo mismo bien, pueda desear estar también conmigo y juntos así estemos también bien.

Y bueno, mientras tanto en general desesperamos y nos exigimos y nos negociamos y nos ‘transaccionamos’ y nos transigimos a que el otro tiene que ser y estar según mi espectro de “ideal soñado”… “Darnos cuenta” de esto nos lleva a crecer.

¡Sigamos adelante amiga, en la conquista de este sueño por el amor esencial!
Angel.

Unknown dijo...

Amar así, con canciones, con sentimientos, con razones, con dibujos, con cartas... Amar sin exigir, amar exigiendo, amar liberando, amar amarrando... en últimas, amar como se pueda, con quien se pueda y cuando se pueda...
Yo por mi parte crecí con el amor cantado por Serrat... claro, con menos suerte...

Unknown dijo...

que fuerte mi Istar!!! no sé cómo explicar lo que sentí al leer este bonito y conmoovedor escrito...

Carol dijo...

"El día en que la mujer pueda amar con su fuerza y no con su debilidad,
no para huir de sí misma sino para encontrarse,
no para renunciar sino para reafirmarse,
entonces el amor sera tanto para ella como para el hombre
una fuente de vida y no un peligro mortal"

Simone de Beauvoir


Y los hombres...soy feminista y amo a los hombres... ellos están aprendiendo a amar a mujeres que existimos por nosotras mismas... algunos (a mi modo de ver los más inteligentes y por ende los más interesantes) se están atreviendo, a pesar de los riesgos, a no conformarse con los modelos y representaciones de virilidad... se están atreviendo a dudar, a ser más receptivos, frágiles, dispuestos a escuchar y experimentar junto a nosotras otras formas de amor que ambos desconocemos, pero que sabemos que no es la que nos enseñaron, que esta lejana a las versiones los cuentos de hadas, los vallenatos, rancheras y telenovelas... En síntesis hombres más descentrados, reflexivos y dispuestos a crear en compañia.

Carol

José Miguel dijo...

Veo crecer una chiquita viendo Rebeldes e IsaTKM... Sólo un estalinista convicto se lo prohibiría, y su mamá, claro, no lo es. Pero también veo a esa chiquita crescer viendo a una madre enamorada y autónoma, viendola en sus luchas por la autonomia, el placer y la tranquilidad... La mujer que es su madre lucha para no mezclar el amor con la dependencia o la guerra y combate las limitaciones que harían, en la práctica de sus encuentros, del amor una pena, un dolor. Y la chiquita aprende que el mundo es más hondo y más profundo y más bello y más complejo, y más diverso y más gozoZo que el de novelas y tal y tal... Y le da angustia. Y todo es pregunta y desnaturalización y pregunta de nuevo y un eterno no saber mientras uno inventa y se da cuenta que el ejemplo... y todo aquello.
Y veo a un hombre del que ya sentí una terrible vergüenza y a veces la mayor ternura. Me veo a cada día, en el espejo límpido de la chiquita y la mujer que es su madre, que es mi amante, que es ella propia. Me veo y en flashes puedo ver los lados más oscuros de mi padre (25 años atrás), de mi madre... y sus mayores sabidurías también. Es todo tan extraño. Y a veces, sí, Luihga, uno opta por preferir estar solo antes que causar dolor... antes que establecer por los siglos de los siglos amén una nueva familia sobre los mismos principios que tanto criticó o odió.... Y a veces un siente, o cree sentir o quiere sentir, o intenta ser, que no será así, que de la otra orilla y de esta se salieron los dos para encontrarse en "la tercera margen del rio", como diría Guimarães Rosa... Y por ahí va uno, intentandolo siempre todo... y evitando (con exepciones como esta) colocarle demasiadas palabras... porque palabra de gerente, profesor o poeta es siempre demasiado sospechosa........

Lê dijo...

Me parece que lo fundamental es seguir preguntandonos siempre: "Como?"... una pregunta infinita que es más importante que todas las respostas... y que hacer las preguntas hace lo camino, la travesía...

No olvidar que existe "la tercera margen del rio", que puede ser muchos lugares, en muchos tiempos... la tercera orilla, donde la Bocachica vá buscar el goZo, la poesía, las dudas, las incoerencias, las semillas de amor tranquilo...

No olvidar que "saber amar" no es amar... que amar es no saber.

Lulo dijo...

A nuestra edad se nos enredaron las historias.
Entre Hollywood, topacio y las muñecas de la mafia.
En está edad continúan con el adiestramiento, en está edad repetimos sin saber.
En está edad intentamos construir y deconstruir, intentamos distinguir lo dicotómico y salirnos, igualmente. Nos sentimos en perenne no resolución, leemos más libros, agotamos nuestra propia lencería de encajes rosa, le ponemos nombre al dildo.

Encontramos palabras cómo la autodeterminación enseñadas por la feministas de antaño, entendemos el modo de producción doméstico, nos enseñaron a cuidarnos, pegarnos las pieles entre las amigas, las madres y las tías, mimarnos, ver una peli entrepernadas los domingo por la tarde. A reir y a llorar. Nos enseñamos todo el tiempo el modo en del que sistemáticamente se dibujan las relaciones de pareja. Las mujeres y los hombres se atrapan, follamos, aprendemos, caemos, repetimos, volvemos, contamos, vivimos, queremos leer un poema, tener la tripa retorcida de amor, contar los hombres que recorren tu cuerpo por orden alfabético, subrayar alguno.

En el no perderse, y volvemos dónde la bruja para que nos lea las cartas. Nuestras amig@s posan las fotos hijas vestidas de rosado, nueve meses después de la su despampánate boda entre vals y papayeras.
Y a nuestras edades chicas y chicas reclaman el deseo desposeído, entonces intentamos recrear nuestras propias historias. Unas reclamamos, nos quedamos con los pelos de nuestras vaginas, con el útero y los ovarios y con las manos grandes de los varones, con su barba peluda, con sus dientes manchados, con sus ansiolíticos dentro de la cartera.
Ahora logro dormir aún más a gusto, en mi cama de dos plazas, ahora me siento cansada, creo que soñaré… con el deseo. Con el deseo de mujeres emancipadas, dueñas de sus cuerpos, soñaré con esos nuevos hombres. Y con esas nuevas formas de amar.