martes, julio 20, 2010

Escritura y Masturbación. Luis Gabriel Cardozo

If God had intended for us not to masturbate,
He would have made our arms shorter.
George Carlin

Comencé a escribir y a masturbarme en el mismo periodo de mi vida; ambas, actividades ocultas, con una carga importante de culpa. Ambas, actividades sin guía, sin saber a  quién recurrir para que me dijera que estaba bien. Me sentía desorientado y desadaptado.  Era como si mi mente no pudiera parar de crear historias, de buscar tramas, protagonistas, situaciones. Durante el día eran oscuras, existencialistas, con la profundidad púber de quien está descubriendo las mentiras del mundo.  Por la noche, una mezcla de películas eróticas  (orquídea salvaje), revistas pornográficas y hormonas desbocadas. Estaba descubriendo al mismo tiempo las dos pasiones que me han hecho la vida mucho más agradable: la literatura y el sexo.

Y es que escribir es una forma de echarse unos buenos pajazos. Un ejercicio intelectual de hablar con uno mismo. De echarse un cuento creíble, que excita nuestra mente. De crear una realidad un poquito diferente, donde somos menos cobardes, menos inútiles, menos nosotros y más como aquellos que percibimos como mejores. Los fuertes, los valientes, los interesantes, los divertidos son canalizados con pedazos de nosotros mismos dentro de las historias. Es la herramienta para crear unos nuevos pedazos de mí.

Y, por el otro lado, nunca me he podido masturbar sin crear una historia. Incluso viendo porno, en mi mente tenía que crear el escenario donde yo era el protagonista. Donde podía oler el sudor de la me acompañaba. Donde podía sentir en mi lengua el amargo sabor de su perfume en sus pezones erectos. Donde mi verga erecta penetraba en su anhelante vagina en medio de gritos y gemidos.

Mis manos y mi cerebro crearon una sociedad que nunca antes habían conocido. Mi motricidad fina, que no daba ni para leñador, de repente no era un impedimento. Lo importante no era escribir legible. Lo importante no era tocar con precisión. Había que escribir con inteligencia, con hilo, con ideas. Había que tocar con sorpresa, con rudeza, con variación. Había que coordinar mente y cuerpo en formas que nunca pensé posible en la niñez: ser alguien más sin tener que cambiar.

Hice mi mejor esfuerzo en ambas y aunque nunca logré ganarme premios con ninguna de las dos, sí me ayudaron a superar los vacíos emocionales y físicos de la adolescencia. Me han hecho compañía en muchas noches lluviosas. Me han calmado en los momentos de profunda tristeza. Cosa sorprendente, escritura y masturbación hicieron de mí una persona mucho más feliz. Fueron piezas fundamentales para mandar al carajo la moral, la culpa y el miedo… darme cuenta que eran pura paja. 

1 comentario:

José Miguel dijo...

La Peri Rossi tiene un poema en el que compara la profesión de escritor con la de las prostitutas.... Cuánto sexo y rebusque hay en todo esto, no?

Es el parque de diversiones de los placeres solitarios, del regocijo individual, del cerrar la puerta y sentirse más cómodo o más tranquilo administrando las relaciones en la pura fantasía.... Sí.

Hay un punto, sin embargo, en el que salimos a la calle, entramos a un bar, quitamos ropas que no son las nuestras y lanzamos al mundo, en eyaculaciones gozosas, nuestros escritos.

Ahí ya no hay más pajazo que sea sólo un pajazo... Hay comenzamos a ver lágrimas correr, sonrisas enormes brotar y todo todo adquiere un sentido nuevo.